En un contexto de pocos avances en materia de implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el Gobierno y las FARC-EP y de la culminación del tercer ciclo de negociaciones en Quito entre el Gobierno colombiano y el ELN, la cual produjo la declaratoria del Cese al Fuego Bilateral Temporal. Organizaciones de derechos humanos y sociales de varias regiones del país han venido alertando sobre el grave panorama de asesinatos, atentados y amenazas contra líderes y lideresas sociales en el país.
Los autores de este documento afirman que existe una reducción en la vulneración de derechos en relación al conflicto armado colombiano, un incremento en la victimización de líderes y lideresas sociales y una falta de diligencia por parte del Estado colombiano en el momento de garantizar la labor de defensa y promoción de los derechos humanos en Colombia.
El proceso de paz genera un reordenamiento de poderes y de territorios y se presentan mandos que quieren copar dichos territorios (legales e ilegales). Hay violencias alrededor de las economías de guerra de los cultivos de coca, de las rutas del narcotráfico, la minería ilegal y elementos de poder político.
Pero lo que más alienta esta escalada de violencia es la polarización política, los lenguajes del odio, mensajes contra defensores y defensoras de paz; lenguajes que son enunciados desde la cúpula de las dirigencias políticas y que se traducen en la base de la sociedad como una legitimación de muchas modalidades de violencia que han sido endémicas de Colombia y que se acentúan en esta coyuntura particular.
Aunque si miramos el panorama del conjunto según las cifras de la violencia en Colombia, estamos en un proceso de superación y tránsito a una sociedad menos violenta. Hay asesinatos, amenazas, existe una realidad dramática que tiene que ser atendida, pero al mismo tiempo, hay una voluntad de cambio grande de la sociedad colombiana para superar este momento; sin embargo, de no atenderse de manera apropiada y urgente la situación de los asesinatos de líderes y lideresas y las amenazas a organizaciones sociales, será imposible que podamos hablar de paz en nuestro país.
Documento completo: Homicidio de defensores y defensoras de paz: una tragedia que no se detiene.pdf