El hidrógeno dentro de la reforma geopolítica energética global en contexto de guerra

Hidrógeno

El hidrógeno dentro del actual contexto de guerra entre Rusia y Ucrania está reconfigurando la geopolítica energética. Instituciones como la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) lo consideran como “la pieza faltante del rompecabezas” en un contexto de alto cambio e incertidumbre de transición (IRENA, 2022). Esta afirmación no es para menos, pues se unen los efectos de una larga pandemia, la resultante crisis económica y los efectos devastadores
de la crisis climática. Por ejemplo, algunos Estados miembros de la Unión Europea se han declarado en emergencia energética, a causa de los posibles efectos que podrían provocar los cortes de gas de parte de Rusia frente a un intenso invierno que se
aproxima. Esta situación demandaría altas cantidades de gas y carbón, lo cual, por sus altos precios, llevaría a una recesión económica, sumada a los efectos colaterales de la pandemia, que empujaría a varios Estados a incrementar sus niveles de endeudamiento (DW, 2022). De esta forma, no es de extrañar que varios Gobiernos reconozcan el hidrógeno como un vector energético salvador, con la posibilidad de sostener la demanda energética de manera “limpia”, segura y asequible en los próximos años.

A pesar de las cualidades que ofrece el hidrógeno dentro de una transición energética aparentemente obligada, el uso del hidrógeno, más allá de lo responsable que podría ser con el clima, se postula como modo de sostener la demanda y garantizar la seguridad energética ante la vulnerabilidad de estos países a los conflictos políticos que la actual guerra ha hecho visible.
La versatilidad del hidrógeno le permite ser un sustituto y un canal para que los Estados, en especial, los que son potencias económicas, logren su transición a mediano y largo plazo sin comprometer su crecimiento económico.

Ante esta situación, el hidrógeno se postula como un sueño en varios países por diversas razones. De un lado, se pueden aprovechar las tuberías e infraestructura que ya se usan para los combustibles fósiles, pintarlas de verde y usarlas en la producción del hidrógeno azul, para lo cual se debe contar con sistemas de captura, almacenamiento y uso de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés) a fin de reducir las emisiones. Esto permitiría crear un espacio seguro para las industrias de combustibles fósiles al permitirles diversificar sus productos y retrasar el desmantelamiento de sus instalaciones, pues se
dilataría el tiempo para una efectiva transición, en especial, de parte de las empresas extractivas de carácter público o público-privado.

De otro lado, a pesar de los falsos comienzos del hidrógeno en el pasado, esta vez se plantea como otro argumento para generar un mayor despliegue de energías renovables para producir hidrógeno verde, en especial, el producido a partir de fuentes de energías no convencionales, como la solar y la eólica. Este despliegue es, quizás, el mayor punto de inflexión respecto al cambio que generaría el hidrógeno dentro de la geopolítica energética global, ya que los únicos países con el potencial para generar la energía suficiente a fin de hacer viable el hidrógeno verde son los países que estamos dentro
del trópico (IRENA, 2022). Por esto, puesto que el hidrógeno se encuentra en fase de maduración, se apuesta a lograr un mayor auge del hidrógeno por medio del fomento del hidrógeno verde, con la promesa de regionalizar su distribución y garantizar flujos financieros para la transición energética de países en “vía de desarrollo” que habiliten el transporte y almacenaje de este vector energético a países mal denominados “desarrollados”.

Esta apuesta abriría la puerta a nuevos y diversos participantes en el mercado de la energía, diversificando las rutas y los suministros. Esto supondría que el mercado pasaría a nuevas manos del globo sur capaces de asumir la transición, ya sea desde el hidrógeno azul o el verde. No obstante, este efecto se daría a largo plazo, ya que muchos de los avances del hidrógeno, a pesar de estar en fase de maduración tecnológica para obtenerlo, los está promoviendo la cooperación internacional a través de la incidencia normativa, en especial, de treinta países que están planificando un comercio activo transfronterizo, entre los cuales se encuentran Alemania, Japón, China, Estados Unidos, Australia, Emiratos Árabes y Arabia Saudita. IRENA, por ejemplo, reconoce que para el 2050 más del 30 por ciento del hidrógeno que se produzca será objeto de comercio transfronterizo, cifra que supera el porcentaje que se exporta de gas en la actualidad (IRENA, 2022).

A pesar de que varios países han llamado a promover el hidrógeno verde sobre el azul, este aún no es competitivo ni eficiente en términos económicos y energéticos. Sus tasas de retorno energético son bajas o negativas, y su masificación depende de la capacidad instalada de paneles o turbinas eólicas, camino que muy pocos países han iniciado (Jacobo, 2020). Por ello, no es sorpresa encontrar que el hidrógeno azul se postule como primera opción mientras se espera que el verde sea viable. Esta situación permite sostener el poder energético a empresas extractivas y quienes las financian, lo que a su vez hace que se sostenga la crisis climática. Por esto, no es sorpresa que los recientes cambios normativos en el globo sur no desconecten el hidrógeno azul del verde y los equiparen a fin de permitir el acceso a incentivos tributarios, económicos y políticos, como ha ocurrido en Colombia y Chile.

Además del efecto económico y geopolítico que podría generar el hidrógeno, este ha iniciado una carrera tecnológica sin precedentes, la cual tiene una alta incidencia en quienes tienen los minerales para construir las tecnologías que se necesitan tanto para el hidrógeno verde como para el azul. Esto deja nuevamente la responsabilidad al globo sur de brindar esta seguridad material para el fomento del hidrógeno. Y es que no es para menos: el mercado tecnológico del hidrógeno se proyecta en rangos de entre 50.000 y 60.000 millones de dólares solo para la producción de electrolizadores, y entre 21.000 y
25.000 millones de dólares en celdas de energía para mitad del siglo. Esta carrera la han iniciado países como China, Japón y Estados que conforman la Unión Europea, quienes han estudiado desde hace décadas el hidrógeno (IRENA, 2022).

En la actualidad, son múltiples los usos que se plantean para el hidrógeno, entre ellos, los usos convencionales actuales, como la producción de metanol, amoniaco y refinería de petróleo hasta la generación de electricidad y transporte de todo tipo y escala (Vásquez y Salinas, 2018). Estos usos significarían una amplia diversificación orientada a actividades extractivas como el aumento de la producción alimentaria en los marcos de la revolución verde, la fabricación de combustibles sintéticos o
tradicionales mejorados y las actividades de transporte insostenibles desde el punto de vista energético y de sus emisiones, como los transportes transfronterizos de mercancías, usos para los cuales las energías renovables por sí mismas no podrían cerrar la brecha de confiabilidad que tienen frente a los combustibles fósiles.

La pregunta sobre el hidrógeno para qué y para quién suscita varias discusiones que cuestionan la apuesta a la transición. Por esto, el avance del hidrógeno en diversas políticas plantea una alta incertidumbre, pues es el mercado el que amolda las regulaciones y políticas que promoverían su desarrollo. Así, se admite que, a pesar de los conflictos que históricamente se han reconocido en otras tecnologías con fines extractivos, como la solar y la eólica en masa, cualquier estándar alto en licenciamiento, manejo de impactos ambientales y estándares normativos representaría barreras para su fomento e inversión.

Este hecho no es para menos, en especial, cuando en el discurso de cooperación y en el empresarial no se reconocen los impactos que tendría el hidrógeno en derechos como el acceso al agua, a la participación, a la alimentación y a un ambiente y clima sano si se lo posiciona como un vector de transición. Dentro de las iniciativas de hidrógeno azul y verde, se ha asociado el escalamiento de conflictos con la intensa demanda hídrica, el impacto indirecto de la emisión de hidrógeno y agua dentro del calentamiento global, sus riesgos para la salud humana por exposición y manejo, la alta demanda energética para transportarlo por su baja densidad, los riesgos de incrementar la acidez de océanos y suelos en caso de fugas de emisiones capturadas a través de los sistemas CCUS del hidrógeno azul y los posibles conflictos que suscitaría la competencia por los suelos, ya que, a fin de producir hidrógeno verde, se requieren altas extensiones para instalar paneles y turbinas.

De esta forma, el rol del hidrógeno dentro de la transición plantea diversos cuestionamientos desde la justicia ambiental y climática, ya que, sin duda, el propósito del hidrógeno, más allá de reducir emisiones, es sostener lo insostenible, lo que nos recuerda que la transición, además de apuntar a cero emisiones, debe asumir cero omisiones en los conflictos que podría despertar y que dividen a nuestros territorios entre sacrificados y consumidores.


Bibliografía 

Irena. (2022). Geopolitics of the Energy Transformation: The Hydrogen Factor. Obtenido de https://irena.org/publications/2022/Jan/Geopolitics-of-the-Energy-Trans…

DW. (2022). La Unión Europea presenta un plan para frenar la emergencia energética de gas.
Obtenido de: https://www.dw.com/es/la-uni%C3%B3n-europea-presenta-un-plan-para-frena…

Irena. (2022). La economía del hidrógeno apunta a una nueva dinámica de poder mundial. Obtenido de https://irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Press-Release/2022/Jan/Geo…

Jacobo, J. (2020). Why green hydrogen is the renewable energy source to watch in 2021. Obtenido de https://abcnews.go.com/Technology/green-hydrogen-renewable-energy-sourc…

Irena. (2022). Geopolitics of the Energy Transformation: The Hydrogen Factor. Obtenido de https://irena.org/publications/2022/Jan/Geopolitics-of-the-Energy-Trans…

Vásquez, R., & Salinas, F. (2018). Tecnologías de hidrógeno y perspectivas para Chile. Obtenido de
https://4echile.cl/wp-content/uploads/2020/07/LIBRO-TECNOLOGIAS-H2-Y-PE…

 

Este artículo hace parte de la revista Energía y equidad No 5. Guerra, crisis y resistencias