Apuntes para disputar la memoria

Habitamos el sistema de lo innombrable, de lo no acontecido, de lo invisibilizado. Casi siempre, la brutal violencia del estado, de los aparatos paraestatales o de la comunicación oligopólica es posible porque vienen acompañadas de la densa niebla del silencio o del borrado, así como de la agitada tormenta de la manipulación. Hay un silencio cómplice respecto a los victimarios y a sus formas, un borrado de la historia digna de las víctimas más politizadas «las otras son no existentes», y una sucia manipulación del perfil de los ejecutados extrajudicialmente o de las desaparecidas forzadamente para tratar de justificar la tortura, el asesinato o, en el mejor de los casos, el hostigamiento.

Eso lo saben a la perfección las familias de las víctimas, que llevan décadas nombrando, protestando con retablos
que muestran la foto y el nombre de su allegada/o, grabando allá donde les dejan el nombre de los victimarios, denunciando ante una justicia —la mayoría de las veces— sorda y ciega los patrones y las estructuras que mueven la máquina del dolor en Colombia.

Por eso, nombrar es tan importante en la nación de lo innombrable. Hay muchas formas de hacerlo, como hemos destacado, pero es la hora de interconectar muchas de esas estrategias para que los dueños del borrado  tengan cada vez menos poder.

Apuntes para disputar la memoria es un ejercicio de contaminación y transferencia. Contaminación porque busca que lo académico se “manche” de las resistencias físicas, del dolor y del trauma pero también de la gozosa alegría de la lucha comunitaria. Transferencia porque entrega a la comunidad el aprendizaje, las dudas y los acercamientos que el colectivo humano de Human Rights Everywhere (HREV) ha acumulado desde la geografía crítica y el caminar junto a las familias de las víctimas. Este ejercicio concreto parte del proceso Imborrables, la memoria de las resistencias urbanas en disputa, un trabajo nunca terminado que se ha desarrollado durante 2021 y 2022 en las calles de Bogotá y en el trabajo cartográfico de HREV con la implicación de decenas de familiares de víctimas, colectivos artísticos y organizaciones de derechos.

Lo que contiene Apuntes para disputar la memoria está articulado en dos grandes capítulos. Por una parte, “De la calle al mapa y del mapa a la calle”, donde Fidel Mingorance nos lleva por la genealogía intelectual y política de la forma de mapear en la que se inserta HREV. Parte de la premisa de que la memoria colectiva «son las gentes en las calles de la ciudad» y, por eso, el capítulo nos indica cómo comenzar ese poderoso viaje de las disputas en las calles a los mapas y de éstos de nuevo a las calles.

El segundo gran capítulo de este volumen es el de “Entre derivas y emergencias”, un recuento de los itinerarios y derivas que han articulado todo este proceso. Erik Arellana Bautista, coordinador de todo el trabajo co-creado a pie de calle, relata el sentido de cada una de estas intervenciones y su poder de transformación o, al menos, de disputa de la memoria a pesar de los intentos insistentes de los dueños del borrado.

Al final, tienen en sus manos una herramienta, una posible ruta de reflexión, un arsenal de testimonios y estrategias de resistencia. Porque… ya saben… o mapeamos o nos mapean, o pintamos en las paredes o borrarán
nuestras huellas, o utilizamos los QR para algo más que consumir o la tecnología será nuestro laberinto, o repetimos una y otra vez lo innombrable para hacerlo imborrable o seremos sólo cenizas de lo posible.