Hidrógeno verde de Marruecos - no resulta ser una fórmula mágica para el logro de la neutralidad climática de Europa

Análisis

En la transición energética marroquí descansan grandes esperanzas, no solo en el propio reino norteafricano, sino también para Europa y Alemania.

Hidrógeno verde de Marruecos

Marruecos debe suministrar en el futuro grandes cantidades de electricidad solar e hidrógeno verde a Europa y allanar así el camino hacia la neutralidad climática, según los cálculos de Madrid, París y Berlín.

En efecto, Marruecos es un país pionero en política climática y energética en África, y también a nivel mundial. El Estado magrebí persigue ambiciosos objetivos de reducción de CO2 y participa activamente en las negociaciones internacionales sobre el clima: en 2016, Marruecos acogió la Conferencia de las Partes (COP22) en Marrakech. A finales de 2020, el país habrá alcanzado una capacidad instalada de algo menos del 40% de energías renovables, y el objetivo es del 52% en 2030. El símbolo de este éxito es la central termosolar de Noor, en Ouarzazate, considerada el mayor complejo solar del mundo. En el Índice Internacional de Protección del Clima 2021 de Germanwatch, Marruecos ocupa la primera posición.

Actualmente, Marruecos ha añadido otro ambicioso objetivo a su agenda de política energética: quiere convertirse en líder mundial en la producción de hidrógeno verde. El aumento vertiginoso de la demanda de este nuevo combustible sin emisiones convierte la producción de hidrógeno en una auténtica industria del futuro. Marruecos no quiere perderse este lucrativo negocio. Sin embargo, al margen de la viabilidad técnica y financiera de estos elevados planes, la cuestión principal es qué consecuencias tendría esa orientación exportadora para la transición energética marroquí y para los marroquíes.

Perspectivas para la producción de hidrógeno: todavía faltan las fuentes de electricidad y de fuentes de agua limpias

Pero, ¿Qué hace que el país norteafricano sea tan atractivo como potencial proveedor de hidrógeno? Sobre todo, es el potencial para producir grandes cantidades de electricidad solar, necesaria para la producción de hidrógeno verde (ver cuadro informativo). Esta es la razón por la que Alemania y Europa ponen tantas esperanzas en la transición energética marroquí. El país tiene unas condiciones climáticas muy favorables, ya ha invertido masivamente en energías renovables y está, en cierto modo, a las puertas del continente europeo.

Marruecos quiere aprovechar esto y producir hidrógeno verde a partir de su energía solar para exportarlo en el futuro. Hasta ahora, esta ambición está fuertemente impulsada por la demanda y llega a Marruecos desde fuera, es decir, desde Alemania y otros Estados de la UE que quieren asegurarse el acceso al "petróleo del futuro". Esto se refleja, por ejemplo, en el Acuerdo de Hidrógeno entre Alemania y Marruecos, que se firmó en Berlín en junio de 2020 y prevé que la República Federal de Alemania apoye a Marruecos en la construcción de una planta de producción de hidrógeno y la posterior producción de hidrógeno verde. Ya se han prometido fondos por valor de 300 millones de euros para este fin. Estos fondos están destinados a permitir que Alemania compre hidrógeno verde a Marruecos en el futuro.

No obstante, aún queda mucho camino por recorrer antes de que Marruecos pueda exportar hidrógeno verde. Para que esto ocurra, el país debe, en primer lugar, producir mucha más electricidad a partir de fuentes renovables de la que ha producido hasta ahora. En 2019, solo el 4% de la electricidad producida provino de plantas solares (1581 GWh), el 12% de plantas eólicas (4587 GWh) y el 4% de energía hidroeléctrica (1654 GWh). En comparación, Alemania produjo un total de 47.500 GWh de electricidad solar en 2019, más de lo que generó Marruecos con fuentes de energía convencionales y renovables combinadas en el mismo año.

Por otra parte, el reino carece del agua necesaria para la producción de hidrógeno. Muchas regiones de Marruecos ya están luchando contra la escasez de agua. Los escasos recursos de agua dulce son objeto de conflictos locales y ponen fuertes límites a la agricultura a pequeña escala. Por ello, Marruecos se esfuerza por obtener el agua dulce necesaria de las plantas desalinizadoras de agua de mar. Sin embargo, también tendrían que funcionar con electricidad verde para producir realmente hidrógeno neutro para el clima. Esto significa que se requeriría hacer este proceso mediante una mayor capacidad instalada de energía solar.

¿En qué consiste el hidrógeno verde y cómo se produce?

El hidrógeno es un elemento químico muy abundante, pero sobre todo en forma ligada, por ejemplo, como parte de la molécula del agua. En su forma pura, el hidrógeno puede utilizarse como portador de energía en el sector del transporte y en la industria, pero también puede utilizarse para almacenar y transportar energía. Gracias a estas propiedades, el hidrógeno se considera el combustible del futuro.

Para producir hidrógeno, se necesita electricidad y agua. El hidrógeno se produce a partir de los dos componentes con la ayuda del proceso de electrólisis, pero se pierde alrededor del 40% de la energía de la electricidad empleada. Además, se necesita mucha agua: se necesitan 9 litros para producir un kilogramo de hidrógeno. Si se utiliza electricidad procedente de fuentes renovables para su producción, se denomina hidrógeno verde, porque solo entonces está realmente libre de emisiones. Y precisamente por eso se necesitan enormes cantidades de energía eólica y solar para producir hidrógeno verde.


 

La transición energética de Marruecos: multitud de grandes centrales eléctricas, pocos actores implicados

Para entender de dónde procederá la electricidad verde necesaria para la producción de hidrógeno, merece la pena examinar la transición energética marroquí. A diferencia de Alemania, donde la transición energética se ha desarrollado de forma bastante descentralizada y un gran número de actores pueden producir energía por sí mismos y alimentar la red, la expansión de las energías renovables en Marruecos está en gran medida centralizada y controlada por el Estado. En esencia, solo hay dos organismos estatales o semiestatales que pueden construir y explotar centrales eólicas y solares. Uno de ellos es la Autoridad Nacional de Electricidad y Agua (ONEE - Office national de l'électricité et de l'eau potable), que también gestiona la red eléctrica marroquí. Por otro lado, la Agencia Marroquí para la Energía Sostenible (MASEN – Moroccan Agency for Sustainable Energy), cercana al palacio y creada en 2010 para el desarrollo, la expansión y la explotación de plantas de energía solar y eólica. En consecuencia, la energía renovable producida en Marruecos procede principalmente de grandes centrales solares y parques eólicos, la mayoría de los cuales fueron financiados por bancos internacionales de desarrollo. El banco de desarrollo alemán KfW, por ejemplo, aportó 830 millones de euros para la construcción de la central solar de Noor, lo que corresponde a la tercera parte de la inversión total. Las organizaciones de la sociedad civil marroquíes critican la fijación del Estado en la construcción de megacentrales eléctricas, ya que las grandes plantas solares como Noor se planifican sin la participación de la población local y apenas crean puestos de trabajo locales, sino que consumen mucha agua y hacen inutilizables grandes extensiones de terreno para los residentes locales.

Para las empresas privadas, en cambio, no ha habido prácticamente ninguna oportunidad de entrar en el atractivo negocio de la energía solar y eólica. Esto se debe principalmente al hecho de que las empresas, los municipios y los hogares producen electricidad para su propio uso, pero no se les permite suministrarla a la red. Desde hace años se busca una apertura a medio plazo del mercado y la red eléctrica para otros agentes, pero hasta la fecha no hay base legal para ello. Mientras que el Gobierno carece aparentemente de la voluntad política necesaria para dicha reforma, las autoridades y agencias energéticas subordinadas no tienen un gran interés en liberalizar el mercado de las energías renovables. Esto se debe a que la ONEE, en particular, tiene un gran portafolio de centrales eléctricas de combustibles fósiles y tiene un interés intrínseco en recuperar sus inversiones en nuevas plantas como la central eléctrica de carbón en Safi, que se inauguró en 2018. Como resultado, la proporción de energía de carbón en la combinación energética de Marruecos ha aumentado un 70% desde 2014 [[1]] y las nuevas centrales eléctricas, como la de Safi, funcionan a plena carga. Al mismo tiempo, no se está aprovechando el potencial existente para las renovables: solo algo menos del 20% de la electricidad producida en 2019 procede de fuentes renovables, aunque sería técnicamente posible hasta el 40%. En consecuencia, Marruecos no está a la altura de su potencial cuando se trata de promover las energías renovables y descarbonizar la producción de energía.

Energía para la exportación, si pero no a expensas de la población marroquí

La promesa del hidrógeno verde y, sobre todo, las perspectivas económicas de su exportación, probablemente darán lugar a un nuevo auge de las energías renovables en Marruecos. Al fin y al cabo, esto es lo que falta actualmente, además de las instalaciones técnicas y los conocimientos técnicos para la producción de hidrógeno: grandes cantidades de electricidad verde. Todavía no está claro cómo afectará el esperado boom a la transición energética marroquí.

En el mejor de los casos -así lo esperan muchos expertos-, la inmensa demanda de energía renovable conducirá a una rápida liberalización del mercado eléctrico marroquí, simplemente porque el actual modelo centralizado y cuasi-monopólico no podrá producir las cantidades necesarias de electricidad limpia en condiciones de competencia. Así, el hidrógeno podría convertirse en una puerta de entrada para las empresas privadas, los municipios y los hogares y diversificar más el mercado eléctrico marroquí.

Sin embargo, las cosas también podrían ser diferentes. La estructura existente de grandes centrales solares, explotadas por unos pocos actores (semi)estatales, podría -según los temores de otros- cimentarse aún más con la nueva orientación a la exportación de la producción de electricidad e hidrógeno. Es de suponer que la futura expansión de las energías renovables también será apoyada y subvencionada en gran medida por los fondos de los donantes internacionales. Fondos que prácticamente sólo pueden ser absorbidos por el Estado e invertidos en grandes plantas de esta envergadura.

Sin embargo, para ambos escenarios, la cuestión principal es quién podrá utilizar prioritariamente la electricidad verde y el hidrógeno producidos en el futuro. Marruecos ya exporta pequeñas cantidades de electricidad a España a través de un cable submarino. Para evitar las distorsiones de la competencia para las empresas españolas que participan en el comercio de certificados europeos, Madrid impulsa ahora un impuesto comunitario sobre el CO2 de la electricidad importada procedente del carbón. De hecho, esto ya significa que Marruecos sólo exportará su energía solar y eólica y como consecuencia utilizará más la energía generada con carbón para las necesidades locales.

Sin embargo, la orientación a la exportación no debe hacerse a expensas de la población local, pues de lo contrario la transición energética corre el riesgo de perder su legitimidad entre los ciudadanos. Por lo tanto, Marruecos debe asegurarse de que su propia población se beneficie del auge del hidrógeno y de que la proporción de las energías renovables en la combinación de electricidad doméstica aumente gradualmente. Aunque esto signifique que Alemania y Europa tengan que esperar un poco más para la primera entrega de hidrógeno verde

 


[1] Amegroud, Tayeb (2020) : « El futuro del sector eléctrico en Marruecos. Contribución de la Asociación de Energías al debate sobre el nuevo modelo de desarrollo », p. 29.