Afganistán: ¡salvar vidas y asegurar un futuro!

Llamado

¡Lo que se necesita ahora es un programa especial para reasentar a quienes viven en peligro en Afganistán y dar a los ciudadanos afganos que ya están en Alemania el derecho a quedarse y perspectivas de futuro!

Kabul, Afganistán

En las últimas semanas hemos oído numerosos llamados a una acción política decidida y con visión de futuro. Después de todo, cualquiera pudo haber predicho que, tarde o temprano, el retiro de las tropas de Afganistán dejaría el camino abierto a los talibanes, con lo que la violencia y la represión se opondrían a las fuerzas democráticas. Hubo muchas oportunidades para tomar medidas precautorias para proteger a todos aquellos que trabajaron y lucharon por un Afganistán democrático, por los derechos humanos y los derechos de las mujeres pero, aunque parezca increíble, estas oportunidades no se aprovecharon. Sin embargo, las espantosas imágenes de Afganistán en Kabul, los gritos de socorro de hombres y mujeres afganos, no llaman a que busquemos culpables, sino a que toda nuestra energía se concentre en salvar vidas humanas. Numerosas organizaciones, ciudadanos y legisladores alemanes, tanto a nivel de los estados como nacional, repiten su llamado para salvar la vida de la mayor cantidad de personas posible y brindarles un futuro.

Sin embargo, un candidato a la cancillería ha declarado con un cinismo impactante que “este no es el momento de enviar una señal de que Alemania puede ofrecer un hogar a todo aquel que lo necesite”. Pero lo cierto es que esta no es una repetición de la llamada crisis de refugiados de 2015, a pesar de que esa idea ha resurgido recientemente alimentando sentimientos oscuros. De hecho, en los últimos meses no ha habido ninguna base razonable para tal suposición. Si Alemania quiere mantener algo de credibilidad, debe adoptar ahora un programa especial para recibir a ciudadanos afganos en peligro. Este ofrecimiento de protección debe tener un alcance mucho más amplio que la limitada definición actual de trabajadores locales, para incluir también a quienes trabajaron para organizaciones y medios de comunicación alemanes, además de otras personas que corren un riesgo mayor. El actualizado Programa de Admisión de Refugiados de EE. UU. P2 (Prioridad 2) ha incluido inequívocamente a estos trabajadores locales. Además, los afganos que corren mayor riesgo, como defensores de los derechos humanos, escritores, artistas, deportistas, miembros de minorías religiosas y sexuales, son mencionados explícitamente en la declaración del gobierno canadiense que anuncia su intención de reasentar a 20.000 personas afganas.

El gobierno federal alemán podría y debería seguir estos ejemplos y ofrecer una cuota igualmente generosa en una próxima conferencia sobre reasentamiento. Es fundamental alinearse y coordinarse con los EE. UU., Canadá, Reino Unido, Francia, Suecia y otros países preparados para recibir refugiados, además de la ACNUR.

La cantidad de personas que podrían ser salvadas mediante un puente aéreo depende en gran medida de la voluntad política de rescatar a la mayor cantidad posible y, por supuesto, de la situación en los aeropuertos y las capacidades de las aeronaves que deberán utilizarse mientras los vuelos sigan siendo posibles y estén protegidos. El hecho de que la seguridad de los vuelos que salen del aeropuerto de Kabul pueda cambiar de un momento a otro es evidente para todos los involucrados. La cantidad de personas a las que se les podría permitir salir ilesas de un Afganistán dominado por los talibanes, por aire o por tierra (corredor), dependerá de la voluntad de la comunidad internacional para reasentarlas y principalmente de una diplomacia hábil.

En medio del drama de los últimos días se ha puesto poca atención a la misión de apoyo de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), que también debe luchar por permanecer en el país y permitir un seguimiento confiable de la situación en terreno. Las partes alemana y europea también deben comprometer desde ya una asistencia considerable a los primeros países anfitriones de la región, para garantizar que las fronteras permanezcan abiertas. Lo mismo se aplica también a Turquía.

También existe la necesidad de proteger las vidas y asegurar el futuro de los refugiados afganos que ya viven en Alemania. La prohibición de las deportaciones, que llegó demasiado tarde, ahora debe conjugarse explícitamente con el derecho de los afganos a quedarse y tener perspectivas de un futuro digno en Alemania. Según el Ministerio del Interior alemán, a los 30.000 afganos con obligación de salir del país se les puede y debe ofrecer un futuro en Alemania, eliminando así la presión existencial que sufren durante el procedimiento de asilo, sobre todo ahora, como resultado de la situación en su país de origen y su preocupación por el bienestar de sus familiares. Promover este derecho a quedarse y dar a estas personas la esperanza de un futuro digno será sin duda una tarea del próximo gobierno federal alemán.

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