
1
Hace un par de días llegué a estos lares, lejos de donde nací.
Embutidas en una caja nos trajieron puaquí.
Hace un par de días llegué a estos lares y ya me tengo quir.
Pobrecitas las comadres, las veo como yo.
Lleniticas de color.
Lleniticas de dolor.
Ya arrancadas de la tierra, ya traídas hastaquí.
Ya a punto de morir.
2
Yo soñaba con crecer, con florecer, libre y maravillosa.
Ay, sumercé, si yo le contara, ya no tengo tiempo pa’ soñar ya.
Solo me queda trabajar pa’ sobrevivir hoy y si acaso hasta mañana.
Yo soñaba con el mundo, con el cielo y las montañas.
Ay, sumercé, si yo le contara, solo veo un plástico viejo por encima ‘e mi cabeza
y a todos los lados que miro.
Cuando el señor amarillo aparece, hace un calor como pa’
tostar libres, aquí por las mañanas nos llueve agua de la
quebrada o de la poceta del vecino, y más tardecito vuelve a llover, pero no es agua,
yo no sé deonde traerán eso que huele a
los mil demonios. Se escurre, se escurre
y va a dar al piso, y va a dar hasta los huesos.
3
Calientica estaba yo entre las cobijas
cuando el bulloso monstruo me despertó.
Eran las 3:00, hora de levantarse me mostró.
Con los pies entre las chancletas más frías,
me fui ligero a poner la olla.
Un tantico de agua, una pizca de sal,
pelar un par de papas y pa’l fogón.
4:30 me agarró la tarde, y a esos chinos también.
Que la maleta y las vestiduras,
que las tareas y los zapatos,
y el taita en las mismas anda.
Puahí a las 5 y tantos con la terma a cuestas
agarré la viajera de 2 ruedas, mi fiel compañera.
Pedaleando fui hasta ese portal misterioso
y, antes del grito de la chicharra,
ya estaba yo entre muchos colores y muchas espinas.
4
Óigame, mijita, qué será lo que le pasa a la doña,
que todos los días viene a vernos con tan triste cara.
Ay, doñita, su pobre corazón cansado; ay, mijita, cuánto le ha
tocado sufrir, igual que yo, igual que todas.
Comadre, es que yo sí le voy a decir, uno aquí las ve llegar
el primer día con cara buena, pero pasan y pasan los días,
y los años y sus ojitos ya no brillan, su corazón se achicopala,
igualitico que nosotras.
5
Oiga, sardina, ¿tiene horas?
—Son las 10:30.
Gracias, mija, y usted es nueva, ¿cierto?
—Sí, señora, dentré ayer. ¿Sumercé lleva mucho tiempo aquí?
Pues aquí, aquí, un par de años, pero en esto desde que tenía como 15. Y usté, ¿cuántos
años tiene?
—18 años.
Mija, ¿y usted por qué en estas tan joven? Yo es porque en ese tiempo no había oportunidades de ir por allá quia estudiar o esas cosas. A mí mi mamá me dijo: “Hágale, Rosita, a trabajar, porque como no se dio mañas de conseguir buen marido, mire a ver qué hace ahora”.
—Pero, sumercé, no crea, yo sí quiero estudiar,
pero mis papás no tienen con qué y como por aquí
cerquita no hay dónde, apenas salí del colegio me
tocó venir para acá. Yo quiero ahorrar para
poder pagarme aunque sea los transportes y hacer un
técnico mientras tanto, y con eso ya empiezo a trabajar en lo que me
gusta y sigo pagando mis estudios y mis cositas.
Ah, eso está bien, mijita, porque véame a mí, yo sí me hubiera gustado hacer un curso
desos de contabilidad, usté viera que yo sí soy es guapa pa’ los números, pero, como
yo le digo, mi señora madre me llevó a trabajar con ella, porque ella también hacía este
oficio y esto es trabajo honrado. Uno no dice que no, pero, por ejemplo, vea, yo tengo mis
3 niños y con esto es que los he sacado adelante, pero, mientras mi Dios me dé salud y
licencia, yo sí quiero que se preparen, que vayan a la universidad a ser doctores o abogados,
o bueno tantas cosas que hay, pero que no pasen por lo mismo que le ha tocado a uno.
—¿Y a sumercé le gusta trabajar en esto?
Pues, mijita, ya uno se acostumbra. A mí me gusta es venir a hablarles a mis maticas.
Usté viera que ellas lo escuchan a uno y a veces, ¿sabe qué?, yo siento como si me
hablaran...
—¿Y qué le dicen?
Hábleles usté y verá ques lo que le cuentan.
—Bueno, señora Rosa, ¿y a qué hora sale uno a almorzar aquí?
Yo ya tengo como hambre y como me
dijeron que aquí adentro no se puede comer nada.
No, mamita, cómo se le ocurre que va a comer aquí, con todo lo que echan termina uno
envenena’o. Ya son las 11, debe estar por sonar la sirena. Apenas suene, salimos y puede
ir a calentar su almuercito si trajo. Y esté pendiente porque a las 11:30 ya toca estar otra
vez aquí.
6
Tullidas de punta a punta,
nos arrumaron aquí,
nos clasifican que por color y medida,
nos juntan, nos separan.
Luego nos amarran.
Ay, esa mano suya,
me arrastra el cuerpo,
me arranca las espinas,
me lastima.
Aunque ya estoy desprendida de la tierra,
me queda un tris de vida,
un tris de agonía.
Ay, esa mano suya, doñita mía,
que he lastimado yo,
que parece un colador, a lo mejor un rayador,
que por sus huequitos brotan sus penas,
brota su sangre, como de sus ojitos brotan los ríos salados.
Ay, doñita,
ni usté ni yo somos culpables.
A juntas nos duele, a juntas nos toca.
Aunque sea para alguien más,
aunque sea pa’ aquel,
aquel que cobra bueno y paga poco.
Ay, doñita mía,
lavadas de punta a punta
en este cuarto frío
que parece el congelador de la nevera.
Estamos juntas, sufrimos juntas.
Usté se queda y yo me voy,
pero vendrán mis hijas y mis hermanas,
y sus hijas y sus hermanas también,
igual que vino mi madre y mi abuela,
igual que vinieron las suyas.
Póngale cuida’o que pasaron las horas
y el fin del día llegó.
Ya iba yo a buen paso a cargar mis trastos
cuando llegó como mirla mirando copetón,
que disque no, que tocaba colaborar otro poquito,
que eso no se preocupen, que más tardecito
les dan de comer alguito.
Eran puahí las 6, nos mandaron pa’ la casa
y hora sí, en mi compañera rodante me eché andar,
como si viniera el diablo correntiándome,
ligerito al fin llegué.
7 y tantos empecé a revolar,
vuelva a montar la olla al fogón
y con el mechudo limpia pisos ese
me metí un agarrón.
Y a las 9:30 ahí me tiene
que 1+1 y 2x3,
que las tareas de uno y las del otro,
¡qué chinos vergajos!
Ya despuesito, alistar pa’l otro día.
Igual que este, igual que ayer,
y pasado y después.
Uniformes y zapatos,
overoles y mecato.
Caí rendida entre las cobijas al largo rato
miré el reloj 11:30.
Se me fue la noche…
8
Me he encontrado con una mujer, con una historia.
Mientras hablaba, sus manos yo miraba
y ellas también me hablaban.
Me contaron su dolor, me mostraron su temor.
El rastro de rasguños invadía sus palmas,
el anhelo de una vida buena suplicaban.
Entre los pliegues veía el caminar de sus sueños
y tal vez la inocencia de su niñez.
Cuántas lágrimas ha derramado,
cuántos golpes le han dado.
Su pobre corazón cansado.
Veo su transitar por el mundo a través de sus grietas,
me hace cuestionarme lo merecido y lo obtenido.
Estando allá una sombra me acechaba
los primeros días entre los seres espinosos.
Al oído me susurraba que, si ahí quería durar,
otras cositas tenía yo que aflojar.
Tanto asco que me dio, tantas ganas de vomitar,
pero nada podía hacer, porque él tenía poder.
A cuántas más ha arrinconado esa penumbra,
cuántas más que por miedo no nos hemos atrevido a hablar.
Es que ya ni en la calle, ni en la casa, ni el trabajo se puede estar.
¿A dónde irán a quedar mis sueños?
Embutidos en una caja como esas flores que mandan pa’l otro lado,
destinadas a marchitarse.
Hay una invasión blanca de cultivos espinosos en donde antes había trigo,
en donde antes había cebada.
Vinieron a comprar la tierra, vinieron a ponerle precio a la vida.
Cuánto cuesta nuestro tiempo, cuánto vale nuestro cuerpo.
5 monedas son: 3 para el techo y 2 para comer. Desarrollo, ¿cuál
es ese? No lo veo, solo tripas chirriando, solo un poco de
esperanza.
9
Se solicita personal con o sin experiencia para cultivo y poscosecha. Excelente ambiente
laboral. Se ofrece salario mínimo, media hora de almuerzo, jornada de 6 a. m. a 4 p. m.,
sábados hasta mediodía. Aproveche la oportunidad de generar ingresos para su hogar.
Trabajamos con amor, exportamos perfección.
Se recomienda traer dotación necesaria para laborar. La empresa no se compromete a
suministrarla.
“El progreso está en sus manos”.
10
Ya venían a cortar a la compañera, ya se la iban a llevar.
Cansadas de tanto arranque, nos arrejuntamos las demás.
Extendimos las raíces, las agarramos de las de ella.
Aquí no se llevan a ninguna, aquí nos plantamos todas.
Mija, venga aquí, que yo también tengo miedo. Pobres hijitos míos si me quedo sin trabajo, pero es que esta tierra es más nuestra que dellos y entonces nos toca luchar. ¿Y pa’que?, pues pa’ no tener que sobrevivir, sino vivir, comadre, porque yo quiero vivir con las
flores, pero no de ellas, vivir con el sol, sin tenerlo atravesando invernaderos y pegando
sobre mis costillas. Quiero vivir con el agua, sin tenerla envenenada con menjurjes de
otros lados; quiero el verde de la loma y azul del cielo, quiero una huerta florecida en
yerbabuena, caléndula, sauco y manzanilla.
Y, sumercé, levantemos la mano, levantemos la voz,
que a juntas no nos pueden callar. Aquí ninguna se va a marchitar.
Y, como hacían nuestras abuelas curanderas, sanaremos los corazones,
sanaremos estas tierras.